Recientemente hablaba con un
cliente y me preguntaba cómo podía hacer para borrar unos comentarios negativos
sobre su negocio que había leído en Internet.
Es
bastante habitual intentar borrar estos comentarios, no contestar a las
reclamaciones de los clientes, o dar la callada por respuesta, como me
comentaba una amiga respecto de una reclamación que había realizado a una
empresa recientemente.
Pero, ¿por qué tanto miedo a
las reclamaciones de los clientes? Ninguna empresa debería de partir de la
premisa que todo lo hace perfecto y que no tiene aspectos de mejora.
Y en este
sentido, son nuestros clientes los que nos pueden ayudar a mejorar y ser más
competitivos a través de sus quejas, reclamaciones y sugerencias.
Además, no te olvides que el
cliente que se queja, es el mejor que podemos tener. Otros muchos, se van de la
empresa sin hacer ruido y sin que nunca sepamos el motivo.
Los primeros, nos dan la
oportunidad de mantener nuestra relación con ellos, a cambio de la promesa de
mejorar los aspectos que le incomodan o
en los que se ha sentido defraudado, en definitiva, donde le hemos fallado.
Por
ello, una reclamación se debe considerar siempre una oportunidad.
Oportunidad de mantener el
vínculo con el cliente y no perderlo, de demostrarle nuestra profesionalidad e
incluso de hacerle partícipe de nuestra
empresa, encomiándole a que nos cuente otros puntos que él considere
mejorables.
Generalmente, el cliente
descontento suele representar a un gran número de clientes con idéntica opinión
sobre nosotros, pero que no se han tomado ni la molestia ni el tiempo de
comunicárnoslo. Simplemente han desertado.
Escuchar con atención y respeto al cliente, y hacer mi mejor esfuerzo para resolver la situación, el resultado es por lo general, una relación más estrecha con el cliente, para mí y para la organización a la que represento.
Hay que tener en cuenta que el coste de adquisición del cliente (el resultado de dividir todo lo invertido en ventas y marketing durante un periodo dado, entre el número de clientes conseguidos durante el mismo periodo) suele ser mayor que el de retención, aunque este dependerá en parte del punto del ciclo de vida en el que este se encuentre.
En caso de que tengamos que
atender una reclamación “in situ”, hay que mantener la calma. Este punto es
posiblemente el más difícil, ya que tendemos a personalizar el problema, cuando en realidad, el cliente se queja
de algún aspecto concreto de nuestra relación profesional con él o de nuestra
empresa.
Algunos consejos para actuar
bien en esta situación:
Despersonalizar;
como decíamos antes, no hay que confundir el enfado del cliente, por el hecho
de que no hemos cumplido con sus expectativas, a un enfado directo con
nosotros. (Salvo que hayamos hecho algo realmente para provocar dicha
situación).
Por ello, hay que mantener
la calma y hacer manifiesta toda nuestra profesionalidad para que este no pase
al plano personal.
Empatizar con el cliente. Hay que
ponerse en su lugar, por muy poco de
acuerdo que estemos con él. Esto no significa ponerse de su lado y culpar a la empresa de todos los males
del cliente. Estas situaciones las he vivido con más de un vendedor, que
culpabilizaba a la empresa, sin pensar que la
empresa es él.
No
gritar, bajar la voz para no encrispar una situación ya de por sí
complicada. Además es muy poco profesional y agrava la situación. Si bajamos el
tono de voz, nuestro cliente se relajará, ya que tendrá que imitarnos para poder
oír nuestras respuestas a sus demandas.
Recuerda
que estas representando a la empresa, es decir, no personalices
la situación. Incluso aunque no llegues a resolver la situación, otros clientes
pueden observarte, ver como manejas la situación y valorar tu profesionalidad y
la de tu empresa. Puede ser un valor a largo plazo.
Pide
ayuda, si finalmente no tienes autoridad para acceder a las
demandas de tu cliente. Incluso, en ocasiones, introducir un nuevo interlocutor
en estos casos, puede ayudar a relajar el conflicto.
En tal caso, debes estar
preparado para que tu cliente haga comentarios poco correctos sobre tu persona,
sean ciertos o no.
Déjalo correr, no te enfades
con él ni le quieras responder, tu compañero (o tu jefe), estará preparado para
ello y sabrá ponerte en tu lugar ante el cliente.
Estos son solo algunos
consejos, si se te ocurren más, compártelos
con nosotros y entre todos aprenderemos a enfrentarnos a clientes difíciles
y salir con buen pie de estas situaciones, reforzando, en la mayoría de los
casos, nuestra relación con el cliente.
¿O acaso nunca te ha pasado
que después de atender una reclamación, se ha fortalecido tu relación con el
cliente?
Espero tus comentarios y que
me ayudes a completar la lista.
¡Saludos!
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