El
éxito se mide por como afrontamos la decepción, porque esta siempre llega.
Hace
15 años, una amiga que tenía una empresa de selección me confesaba: “David, en estos años haciendo selección, me he dado cuenta que un buen
comercial tiene algo de femenino y algo de infantil”.
Me
pareció un apunte interesante y seguimos hablando del tema.
Lo
que realmente me quería decir es que los comerciales debían tener una
sensibilidad especial para Empatizar con los clientes, y una
cierta curiosidad y determinada actitud en general en la vida, que posiblemente
en otras profesiones no sea necesario, al menos para ejercer. Ante la vida…. Es
una elección personal.
15
años después, liderando equipos de ventas y trabajando como comercial,
vendedor, sales manager o como cada uno lo queráis llamar, vendedores somos al
fin y al cabo, podría decir que hay alguna cualidad más que determina el éxito
o marca la frontera entre unos comerciales
y otros.
Obviamente,
tener empatía, saber leer los escenarios, conocer y dominar las técnicas de
negociación, saber hacer rutas, conocer bien los productos o servicios que
ofrece, entra dentro de lo mínimo que se “despacha”
por utilizar el argot.
Pero
sin duda alguna, hay dos cualidades
que destacan por encima de estas, y que no todos los que se dedican a la venta
poseen, y es lo que marca la diferencia entre unos, los buenos, y otros, los
que cumplen.
Y no
hablo de la ambición, también importante, por supuesto.
Hablo
de la capacidad para salir permanentemente de la zona de confort, vivir casi permanentemente fuera de ella, y la resiliencia.
Posiblemente
sea una de las profesiones que más exigen estar permanentemente fuera de
nuestra zona de confort.
La
puerta fría, las prospecciones de clientes nuevos, establecer constantemente nuevos
contactos y relaciones con clientes, nos hacen salir de esa comodidad en la que
nos movemos con comodidad y a dar un paso
adelante.
Y
digo de manera permanente, pues hay muchos profesionales que después de años,
se acomodan a su cartera de clientes o a su sector y les atenaza la idea de
tocar puertas nuevas, incrementar su círculo de contactos, hacer nuevas
relaciones.
Posiblemente
estés pensando que conoces a algunos así en tu entorno.
Cuando
empezó la crisis en 2007, había muchos acomodados que les fue imposible de
salir de su zona de confort, que habían perdido la ambición, la garra…
Si
en su día se manejaban bien en esas situaciones, tal vez solo les falte
ejercitar de nuevo el músculo, ir al gimnasio, normalmente con un buen
entrenador, y habitualmente suelen recuperar esa “garra”.
Si
nunca la tuvieron, es más complicado y posiblemente en el proceso de selección
nos hemos equivocado.
La resiliencia, como
capacidad de afrontar la adversidad, saliendo fortalecido y alcanzando un
estado de excelencia profesional y
personal, es sin duda una cualidad que marca la diferencia y que nos acerca
cada día más al éxito.
La
resistencia al NO.
Hay
que tener la capacidad de reinventarse cada día, de entender que cada No que se
recibe, nos aproxima más al éxito o al logro, si no os gusta la palabra éxito.
Hace
años aprendí de un muy buen profesional intentar no irme a casa después de un
mal día de trabajo en la calle (suelen ser muchos y más de los malos que de los
buenos). Así que siempre se dejaba una última visita que pensaba que le podían dar
ese Sí, o al menos tener buenas sensaciones.
Esto
no siempre es posible, depende mucho del sector en el que estés, producto o
servicio que vendas, pero es una excelente reflexión como punto de partida.
La
idea es poder transformar las situaciones negativas o adversas que vivimos día
a día en positivas.
Que
estas no nos afecten ni personalmente y nos hagan dudar de nuestras capacidades
ni de nosotros mismos.
Y
esto, también se aprende y desarrolla con la experiencia, aunque hay que traer
una buena dosis de “serie”.
Reinventarse
o morir, como decía aquel….
En
esta profesión, esta frase está llena de sentido y es casi literal.
O
como yo digo, Resistencia al NO.
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