En
los siglos XVII y XVIII, en Europa occidental se desarrollo una corriente
filosófica formulada por René
Descartes, llamada Racionalismo, la cual acentuaba el papel de la razón en
la adquisición de conocimiento, frente a la experiencia y percepción.
“Pienso luego existo” o
en una traducción más literal, “pienso,
por lo tanto existo”, es lo que llamaríamos ahora el “slogan” que recoge la esencia de dicha corriente.
Descartes ya
fue denunciado en su época por plagio entre otros por Pierre Daniel Huet,
pues parece ser que su afirmación de “cogito, ergo sum” era tan exacta como la
de Gómez Pereira.
Una especie de “copy and paste” de la época.
En
contraste al racionalismo, el empirismo defendía que el conocimiento provenía
de las experiencias y precepciones. Teoría seguida por Aristóteles, Locke, Hume o Santo Tomás.
El término racionalista tiene un significado muy amplio y se entiende como
toda posición filosófica que defiende el uso de la razón frente a otras
instancias.
Así
que racionalista es aquella persona que
coloca la razón por encima de las emociones y sentimientos (RAE).
Casi
4 siglos más tarde, las emociones vuelven a ocupar el lugar que le corresponden.
Gracias
al desarrollo de la tecnología, podemos conocer cada vez más en profundidad
como funciona nuestro cerebro, los miedos, fobias, la reacción ante los
estímulos externos…
Y
empezamos a descubrir o redescubrir, la importancia de la emociones y
sentimientos para el ser humano, que parece ser no es tan racional como se
suponía.
Ya
he comentado en otras ocasiones que el más 85% de las decisiones de compra son
emocionales, no racionales y que después utilizamos el razonamiento para
tranquilizarnos y justificar nuestras decisiones.
Necesitamos
una justificación racional a todos nuestros actos, ya que la irracionalidad
esta “mal vista”.
Empezamos
a entender la importancia de la intuición y de por qué esta generalmente “acierta”,
ya que se basa en la experiencia vivida. Al menos esos son los resultados de la
investigación del profesor Marius
Usher, que corroboró que el 90%
de las ocasiones, el instinto acertaba, en una investigación desarrollada en la
universidad de Tel Aviv.
Antonio Damasio,
profesor de Psicología, Neurociencia y Neurología, en la Universidad del Sur de
California, y que dirige el Instituto para el estudio neurológico de la emoción
y creatividad, de plantea que los
sentimientos, lejos de ser unos intrusos en los procesos de razonamiento, se
encuentran entrelazados con estos, y determinados aspectos del proceso de la emoción y sentimientos son indispensables
para la racionalidad.
“Lo racional genera conclusiones, lo
emocional genera acciones”
La
neurociencia, la gestión de la experiencia del cliente, marketing experiencial,
el neuromárketing… todos aparecidos este siglo recién estrenado, o cuando
menos, se están haciendo más eco, ponen el foco en el individuo, ser humano
consumidor, dependiendo de la rama desde que se haga la aproximación, como ser emocional.
Así
que, la ciencia, tecnología e investigaciones, le están dando una dimensión a
ser humano en su conjunto, rompiendo con la premisa de ser racional.
Los
sentimientos actúan como una especie de sensores del encaje (o desencaje) entre
naturaleza y circunstancia. ¿Nunca has sentido
al tomar una decisión, por muy racional que esta fuera, si estaba bien o mal? ¿Qué
era como cuando arañas una pizarra (si te dan escalofríos al oírlo, claro)?
La intuición, la emoción, los sentimientos y la
inteligencia emocional, empatía, son los “nuevos valores” a desarrollar y re/conocer,
en nuestra era.
Y es
que como decía Blasie
Pascal “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
Tal
vez porque no se para a escucharlo.
Trabajes
en la disciplina que trabajes, ventas, rrhh (ahora creo que ya es gestión de
talento) marketing, atención al cliente, educación… verás como todas empiezan a
orientarse hacia el conocimiento y gestión de las emociones.
Hablamos
de negociación emocional, marketing sensorial, emocional, experimental, venta
emocional o por impulso, inteligencia emocional, educación emocional…
Por
un lado, me parece muy interesante que todas estas corrientes, es que no van
hacia la polaridad de descartar la racionalidad, si no que son más
integradoras, entendiendo emociones, razón, sentimientos, como un conjunto,
como dice Antonio Damasio, entrelazados, de tal manera que funcionan
conjuntamente.
La
otra parte, es que recuperamos una gran parte de lo que somos. ¿Cuantas
conductas del ser humano se podrían justificar actualmente desde la razón?
Y es
que como me describo en bio “Soy todo lo racional que mis emociones me
permiten serlo”
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