Las personas son el elemento clave para
la entrega de la experiencia. Las empresas que tienen éxito con sus estrategias
de gestión al cliente, han sabido manejar de forma excepcional la cultura del
cliente.
Todas
las personas que integran las organizaciones tienen una incidencia directa
sobre la entrega de la experiencia a los clientes, (directa o indirecta) pues
por muy bien diseñada que esté, si los actores principales no son capaces de
desempeñar su rol o de creer en él, finalmente será un fracaso.
El
principal problema es que la división funcional que se da en las empresas por departamentos,
generalmente suele actuar de manera negativa respecto a la experiencia
entregada al cliente, pues esta responsabilidad se suele asignar al
departamento de ventas, marketing o atención al cliente.
Aún
recuerdo cuando estaba en ventas, como mucho de los comerciales temían, literalmente, que nuestros clientes llamaran
al departamento de administración o recibieran una llamada de ellos.
Para
nosotros ese era uno de los puntos más críticos en nuestra relación con los clientes.
La
responsabilidad de los clientes, cuando pedíamos explicaciones a otros
departamentos de los motivos de las incidencias con estos, según ellos, era
nuestra.
No
diré que perdiéramos a ninguno por este motivo, al menos no lo recuerdo, pero sí
que nos tocaba “lidiar” con la situación, en ocasiones hasta semanas.
La única forma de trabajar aunando
esfuerzos y avanzar en la misma dirección es compartiendo una única imagen de
nuestros clientes.
¿Y
esto como se consigue?
Venciendo
a uno de los principales retos a los que se enfrentan hoy en día las compañías:
Conectar con sus propios empleados.
Habitualmente
se nos olvida la importancia de éstos en las empresas, pues ellos son la
verdadera esencia de la misma.
Jeff Bezos,
CEO de Amazon, dice:”Cultura es lo que
los empleados hacen cuando no estás en la habitación”.
Así
que promover una cultura de
empresa bien clara y definida es importante. Pero lo es aún más, verificar
que los valores que pretenden inspirar a los empleados, no se quedan en frases
vacías, como las que vemos publicadas en los muros de Facebook, por ejemplo. A
todos nos gustan, pero ¿cuántos las “hacemos nuestras”?
Deben
conectar directamente con el equipo y servirles de inspiración, evitando el gap
que se produce habitualmente entre estas y la realidad de la propia empresa.
Así
que tenemos que analizar y verificar periódicamente el estado en que se
encuentra la cultura de empresa, de nuestra empresa.
Y
esto se debe producir en dos niveles: estratégico y operativo.
- Incorporando
la importancia de la gestión de la experiencia del cliente en las definiciones
estratégicas de la compañía: misión, visión y valores de la misma.
- Concretar
la relevancia de la experiencia del cliente y alinearla con la estrategia
global de la compañía.
En
este punto, según el último informe de Avaya
un 81% de las organizaciones sus iniciativas CEM fallaron en
los últimos tres años, y el 43% de
los directores, gerentes generales y dueños de negocios considera que ello se
debe fundamentalmente a la falta de alineación del proyecto con las
preferencias del cliente.
Nivel táctico:
- Contratación, formación y desarrollo
profesional.
- Actualización
periódica de la visión de la relación con el cliente. Tiene que ser dinámica y
viva.
- Desarrollar
programas de retribución variable basados en los objetivos marcados en la
estrategia de relación con el cliente.
- Medir
el ROI existente detrás de la mejora de una experiencia.
Para
que cada persona que está en contacto con el cliente, además de tener asumido y
tomado como suyos los valores de la empresa (para ello mucho trabajo y sobre
todo coherencia) pueda generar momentos WOW y acercarse a la los objetivos
definidos por ella, debe dotársele de la capacidad de “saltarse” las nomas y
actuar de forma excepcional cuando la situación lo requiera.
La cultura
de empresa, el empowerment de los
empleados, la coherencia entre los mensajes que la empresa manda a sus
empleados y lo que realmente hace, premiar y recompensar a estos por todas las
acciones que realizan y acerca a la
empresa a sus objetivos de gestión de experiencia de cliente, son ingredientes
básicos.
Y
por supuesto, revisar periódicamente la alineación del proyecto y las preferencias
de los clientes, pues estas son cambiantes y nuestro proyecto debe estar en
constante evolución y permanente revisión.
Al
menos, así lo hacen las grandes compañías, ¡y funciona!
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