jueves, 11 de abril de 2013

Del "aqui se hace lo que yo mando" a la gestión del talento



Lo confieso, yo tampoco sabía bien qué hacer cuando dirigía personas.

Esta semana he descubierto un nuevo programa de la tele en Xplora. Se llama El Jefe y es de esos típicos programas americanos, ya sabéis. Son CEO´s que se hacen pasar por novatos en sus empresas para ver cómo funcionan y descubren… el Talento de alguno de sus colaboradores.

Esto me hizo plantearme si realmente las personas responsables de dirigir equipos tienen clara cuál es su función.

Tradicionalmente, e incluso en la actualidad, la función de estos aguerridos caballeros, se basaba en “decir a los demás miembros de su equipo lo que tenían que hacer”. Yo mando y tú obedeces. 

Si bien es cierto que esto ha ido puliéndose, aún hoy es difícil encontrar a alguien que tenga bien claro cuál es su función. Tal vez porque no se la han comunicado o tal vez por falta de cultura empresarial.

Seguimos con mucho miedo a reconocer oficial y públicamente los méritos de nuestros colaboradores. Siempre aparece ese manto de “¿Y si me quitan el puesto?”  ¿Acaso crees que son mejores que tú? Pues entonces tú no estás donde debes.  ¿O sí?

Gestionar el talento, esa es la clave en la gestión de los RRHH en pleno S.XXI. 

Un director, jefe, responsable de equipos, o como se le quiera llamar, en definitiva, cualquier persona llamada a ocupar estos puestos, tienen en sus manos una gran responsabilidad, gestionar el talento de los que le rodean y ayudar a crecer profesionalmente a todos los integrantes.

Lo confieso, yo tampoco sabía bien qué hacer cuando dirigía personas. Al menos al principio, hasta que te planteas que equipo quieres y de quien te quieres rodear. Entonces descubres que lo mejor es estar siempre rodeado de talentos, de personas que, porque no, son mejores que tú en algunos aspectos profesionalmente hablando. 

“El jefe” no es el que mejor debe saber hacerlo todo, no sé si existe alguien así. Es el que sabe gestionar y potenciar el talento que tienen todas las personas que le rodean, el que le satisface ver como su equipo crece profesionalmente y el que disfruta con los éxitos de estos.

Recuerdo como Ignacio Temiño, en sus clases nos repetía a menudo que es un error hacer director comercial al mejor vendedor de la empresa, “a ese déjalo donde está, ¿no es el que más vende?”  Tenía toda la razón, el mejor de una disciplina, no necesariamente debe ser el mejor “director de la orquesta”.

En el futbol, no soy nada futbolero, se ve muy claro. El entrenador no es el que mejor sabe jugar, posiblemente nunca haya sido Balón de Oro, pero su función es saber gestionar a todos esos talentos que componen su equipo. De hecho, en muchos banquillos han fracasado por la personalidad propia de los jugadores.

Un pequeño inciso, cuando un equipo de futbol o baloncesto pierde mucho, ¿a quién despiden? Acertaste, al entrenador.

Cuando un equipo de ventas, por ejemplo, no va bien, a quien se despide… Al entrena…No, que me equivoco, al comercial. Primero al que menos vende, después al segundo que menos vende y así…. Hay directivos y ejecutivos ocupando puestos en muchas empresas que ya los quisieran para sí funcionarios de carrera, se haga lo que se haga, nunca caen.

Como planteaba en El Principio de Dilbert, cuando alguien asciende como premio a su antigüedad independientemente de si posee las habilidades para el desempeño del puesto, la empresa tiene un serio problema.

Posiblemente, se daría un gran paso si las empresas empezaran a valorar y premiar a las personas que tienen la capacidad de rodearse de talento y desarrollarlo en los demás. Debería de haber un código escrito en las organizaciones donde quedara bien claro cuáles son las habilidades más valoradas y por cierto, cuando se otorga esta responsabilidad a alguien explicarle porque se le da y que se espera de él.

Hay que dejar atrás los tiempos en los que los “jefes” son los más listos, guapos, altos y a pasar a los que son los que mejor saben potenciar las cualidades de sus colaboradores. Y eso si que tiene un precio y alto. Porque no es una virtud que abunde especialmente.  ¿O prefieres tener una empresa llena de incompetentes y atemorizados?

PD: Este post va dedicado a todas esas personas llenas de talento que están sin empleo.

2 comentarios:

  1. Hola David!
    Enhorabuena por la entrada. Es un tema tan actual como persistente en el tiempo. Y muy importante! Además, estáis compenetrados, la entrada de @evasapar "Entrenando al profesional"está muy ligada a esta. Encontrar jefes que no se asusten ante el talento de los demás, que a su vez lo reconozcan y potencien, yo creo que no es lo habitual. Es a lo que se debería tender pero yo no lo he "sentido" demasiado.
    También es cierto que nunca, en estos años de profesión, me he movido en grandes empresas, mi entorno ha sido la pequeña y mediana empresa, quizás en las grandes hay otra visión, aunque en mi sector, la publicidad, toda la gente que procedía de grandes agencias se quejaba de lo mismo: una supercompetitividad.
    Si te centras en competir, pierdes de vista el objetivo general, gestionar el talento para beneficio de la empresa y de los propios profesionales.
    Ojalá abramos los ojos pronto!
    Saludos!!

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  2. Muchas gracias por tus comentarios Montse, un placer tenerte por aquí.

    La gestión del talento debe darse por igual en todo tipo de empresas, quizas más importante en Pymes que en otras, ya que suelen tener menos recursos y no es cuestión de no aprovechar lo que para mí marca claramente la diferencia entre empresas, el capital humano, termino acuñado hace ya unos cuantos años, pero que parece ser que sigue sin ponerse de moda.

    Como dice Guy Kawasaki, desgraciadamente solo hay dos tipos de empresa, las que se identifican como describe el Principio de Dilbert y las que aún no saben que lo son.

    Pero esta en nuestras manos ir cambiando todo esto, con nuestro ejemplo o trabajando directamente con nuestros equipos. Desgraciadamente, muchos mandos, tanto intermedios como alta dirección, necesitan un buen reciclaje y unas horas de desarrollo de habilidades directivas, que nunca viene mal.

    Un saludo!

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