Desde anoche, me he vuelto a enamorar de
la Humanidad.
Esta
semana estaba preparando mi nuevo post, documentándome ya que el tema que iba a
tratar es bastante innovador y existe poca bibliografía.
Pero
finalmente, aunque prometo publicarlo esta misma semana, (estoy esperando un
e-mail de Söderlund), la actualidad ha hecho que cambie el contenido de este
post.
Al
menos la mía propia, me refiero a mi actualidad, ya que como comentaba hace
pocos días con un buen amigo, la realidad es
aquella que yo percibo y como la percibo. Lo demás no existe.
Así
que, desde anoche me he vuelto hacer forofo de la Humanidad.
Esa
humanidad que siempre está (o suele hacerlo) cuando más se necesita. Si, como
en casos como los atentados de Boston, el 11-S y 11-M, y otros tantos que
habría que mencionar.
Esa humanidad
que se reconoce a sí misma en el reflejo del vecino de enfrente y es capaz de
llegar a sentir el dolor y sufrimiento que padecen otros. A la que las emociones le dominan, tanto para bien
como para mal.
Y
todo esto viene a colación de un programa que emiten en Canal Sur, todos los lunes, donde a través del mismo se pide ayuda
urgente para familias que están verdaderamente al límite de sus posibilidades,
con enormes dramas familiares.
Qué
bien vivimos algunos y pensamos que nos falta de todo.
La
sociedad se vuelca con esas personas, las llamadas se suceden para, cada uno
dentro de sus posibilidades, aportar lo que pueden a estas familias.
Incluso
hay quejas de que faltan líneas para poder conectar con el programa, es decir,
que se saturan las líneas, no para PEDIR,
ni participar en ningún concurso, si no para DAR y compartir generalmente lo poco que se tiene material y lo
mucho de humanidad.
Y
eso es lo que más me llamó la atención. Las personas que entran en el programa
para ofrecerse, son de pocos recursos económicos generalmente. Pensionistas que
comparten parte de su pensión, jóvenes que ofrecen los ahorros que tenían para
sus vacaciones, un coche, alojamiento…
¿Qué nos hemos perdido? O mejor, ¿dónde
nos perdimos?
Si
no somos capaces de recordar quien somos y que pertenecemos a una comunidad, es
que nos hemos perdido por el camino, pero nunca es tarde para volver a él.
Estas
personas tienen recursos bastante limitados, pero les sobra Humanidad, y eso es lo menos que se
puede pedir cuando se vive en sociedad. Lo demás llega por su propio peso.
Por
eso, como decía al principio, anoche me enamoré, de la Humanidad, de todas las personas
que hacen que podamos seguir escribiendo esa palabra en mayúsculas.
De
todos los que no se escudan o excusan en su situación para ayudar a
desconocidos, porque siempre hay alguien peor que uno mismo y ser consciente de
ello y estar disponible para ayudar, es, sin duda, el mayor rasgo de humanidad
que puede tener un Ser Humano.
Seguro
que tienes mil motivos para ser feliz, así que no los desaproveches, y al
menos, contagia a tu alrededor de tu felicidad a los demás, pues si estás
leyendo estas líneas, posiblemente perteneces al grupo de los que pueden
ofrecer y mucho a la sociedad.
Así
que no lo dudes, un poco de cada uno de nosotros hace un mucho para algunos.
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